Desde el centro de estudios políticos, avanzamos en la
organización de una manifestación socio-cultural que dimos en llamar "Cómo
dios nos trajo al mundo”, el propósito de la misma es que todos y cada uno de
los ciudadanos que sintamos que estamos desnudos, sin ropaje, y por ende sin la
cobertura del pudor necesario para vivir armónicamente en comunidad, marchemos
tanto a la casa de gobierno, cómo a la legislatura (concentrándonos en la
esquina de Salta y 25 de mayo de Corrientes Capital) en el momento mismo en que
ingrese formalmente el proyecto de reforma constitucional.
Seremos los que tengamos que ser, pero indubitablemente,
estamparemos nuestros nombres en la historia, los que nutridos con lo que nos
ha sido dado, es decir nuestras zonas pudendas sin ser cubiertas, golpearemos
las puertas de la clase política, para demostrarles la falta de vergüenza y
decoro que demuestran tener ante la comunidad toda, por perseguir sus pingues
intereses sectoriales, sin que medie ninguna otra razón que no sea la argucia
de momento.
Sabemos que la mayoría que nos acompañará, lo hará por el
morbo de ver, a las 10 de la mañana, en un día de semana, a gente desnuda, pero
de una vez por todas, la vergüenza, tiene que estar en el lado, preciso,
correcto y exacto, no de quiénes tan sólo queremos ser sujetos de derecho y
obligaciones y vivir armónicamente en una comunidad que se precia de
democrática.
Lamentablemente, este tipo de golpes efectistas, en vez de
ser tales, deben ser comprendidos como gritos liberadores, tal como nos enseña
el cuento infantil “El nuevo traje del emperador”, en donde en un clima de opresión,
el gobernante, sometiendo en voluntad y deseo a todos sus súbditos, se pasea
desnudo por la comarca, creyendo que viste el traje que no puede ser vistos por
los tontos, un niño, que aún no fue
cooptado por la perversidad del gobernante, devela el absurdo y a partir de
allí la comunidad despierta, avergonzando al sinvergüenza.
Alentados por un intelectual correntino, como Francisco
Tomás González Cabañas, ninguneado, aislado, e incluso atacado, por
oficialistas y opositores, por el simple hecho de invitar a pensar, reconocido
a nivel internacional en la misma proporción que es bastardeado por quiénes se
han negado a reconocerlo como intelectual, a nivel mediático, a nivel artístico
y hasta familiar, sin que estos afrontas que llegaron incluso hasta la provocación
personal, lo hayan llevado a responder con la misma irracionalidad e
irascibilidad, manteniéndose incólume en su férrea convicción de que un mundo
donde quepan todos los mundos, aún es posible, es que citamos a continuación uno
de sus tantos textos que obviamente han sido publicados en el exterior, más no
así en su patria chica, en donde muchos de los que pertenecen a la clase dirigente,
no han entendido que el poder tiene que tener como base elemental, que las
reglas de juego sean de una mayor claridad posible, para la mayoría de los
habitantes de una comunidad, a los efectos de lo que significaría y representaría
una democracia auténtica.
Pornosofía: Sincretismo entre Filosofía
y sexualidad, ejercicio que evita ser follados por la política.
Sí coincidiéramos con el Marqués
de Sade en su obra La filosofía en el tocador, de que la definición de
prostitutas corresponde al significado de las únicas filósofas auténticas,
debiéramos ir en su búsqueda, dado que desde hace un tiempo no las encontramos más
en los burdeles ni en las calles, porque continúan siendo perseguidas en su
ejercicio desde tiempos inmemoriales y ahora confundidas con quiénes son
capturadas como esclavas sexuales. Que atesoren el filosofar, puede ser incluso
más cuestionable, pero sí intentamos definir que es el filosofar, probablemente
el camino se nos allane. El amor a la sabiduría, tal como lo indicaría la
definición etimológica, nos puede dar una pista. Las prostitutas, insistimos,
las auténticas, trabajan con la esencia, la materia prima del amor, que es lo
sexual y para muchos, como para nosotros, con lo único verdadero en lo que se
atiene esa contrato entre privados, tan inasible como las abstracciones
metafísicas, que tan buena prensa ha tenido y tiene y llaman amor. La
insensatez, sobre todo política, de amar a la sabiduría, sirve en un espacio
acotado de tiempo, al comienzo, tal como ocurre con personas que se dicen amar
y por ello firman un contrato de hecho (matrimonio) y se someten a convivir
como si esa sensación (la mayoría de las veces acendrada en lo sexual) vaya a
perdurar mucho más tiempo, de lo que en verdad podría perdurar. Los que se
decían amar a la sabiduría, le sirvieron políticamente a sus respectivas
sociedades, en ese mismo comienzo, en ese trecho inicial, les paso a Sócrates,
como a Platón, luego, esa imposibilidad de seguir amando (es decir al principio
legitimaron las bases de lo político y ese amor era reluciente y real, como
útil) generaba que cuestionaran aquello que habían ayudado a construir, de allí
que uno terminó condenado a suicidarse y el otro evadido y vendido como
esclavo, no podían continuar amando, lo que se había modificado, o mejor dicho,
lo que se había cumplimentado, y tampoco, en su calidad de filósofos, podían
dejar de amar esa búsqueda del saber. Aquel que contrae un contrato, o realiza
un connubio, con quién se dice amar, siente en un determinado momento que esa
sensación primigenia se ha modificado (otro de los aspectos constitutivos de lo
sexual en relación a lo amoroso, es la idea de perpetrar sempiternamente los
pocos segundos que dura un orgasmo) y que por tanto, debe romper el contrato, o
tergiversar lo que en un momento sintió y dio en llamar amor y continuar bajo
ese contrato y un amor que ya no es o ha pasado a ser otra cosa. Por ello es
que las prostitutas, profesionales de la sexualidad, son las que conocen mejor
que nadie, el momento exacto en que la verdad se transforma en mentira (tras
terminar lo pactado, el pago convenido) para no derrapar en el matrimonio y fijar
límite cuando lo necesario y conveniente se vuelve peligroso (lo que le ocurre
a los filósofos).
Etimológicamente el Porno, o la
pornografía, es lo que se escribe sobre las prostitutas y el vocablo conceptual
de pornosofía, sería la sabiduría que podría estar detrás de quiénes atesoran
esa actitud ante la vida de vérselas con lo que creen o sienten como lo cierto.
Este último término, para no decir lo verídico, tiene un pasado, hipostasiado
en la historia del pensamiento, nos inclinaremos por el término, auténtico,
utilizado por el Marqués de Sade. La raíz griega de este término, implica lo
absoluto y aquí encontramos un nuevo hermanamiento entre filosofía y
pornografía, detrás de nuestra construcción conceptual de la Pornosofía.
El pornosófo debe ir detrás de lo
auténtico, de ese absoluto que cree o pretende o por lo que se guía en su yo en
el mundo, tal escándalo, tal afrenta para la filosofía, que en verdad, ¿es su
opuesto?, debe escandalizar tanto, como lo pornográfico en sí, es decir, las
imágenes de las genitalitades humanas entrecruzándose.
Pornosofar, es ser auténtico,
también en el pensamiento, reconocer que siempre pretendemos que pase algo con
lo que pensamos, que convenzamos, que conquistemos, que nos den dinero o nos
rindan pleitesía con ello o tener más sexo, a partir de ello.
La pornosofía, como todo lo
disruptivo no estará tabicada en las esclusas de antaño que sostienen lo
académico y difícilmente tengan una prensa acorde a lo que propone,
probablemente se la emparente o categorice dentro de todo aquello que no
pertenece a lo común o a lo normal.
Lo singular es que tanto a la
filosofía como a la pornografía, padre y madre de la pornosofía, les está
ocurriendo esto mismo, ambas no terminan de morir y vegetan en la inanición de
haber sido en sus momentos, interesantes disruptoras del orden establecido.
La filosofía ha dejado,
posiblemente desde hace siglos, de dejar de ser una amenaza para las mentes más
acomodadas, en lo mejor de los casos, devino en un pasatiempo, en los domingos
de la vida de personas ricas o en las aventuras oníricas de jóvenes
pseudo-revolucionarios, en esa flexibilidad, en esa laxitud, que en los tiempos
y ante las situaciones actuales, sería connivencia, con millones de personas,
que en nombre de otras pocas, continúan siendo subhumanas, filosofar es una
jactancia literaria, pornosofar, sin embargo, una obligación para quiénes
tienen la posibilidad de hacer sinapsis neuronal.
La pornografía, le ha dejado paso
al sexo plástico, que se viraliza en redes sociales y que impone como regla, la
cosificación no de un género, sino de una condición, la del pobre o del menos
pudiente, es decir, la mujer acaudalada entrada en años con el joven exótico y
de color, como el empresario obeso y adinerado con la modelo de turno; el
reinado de la estética que impuso operaciones y resultantes de quirófano,
entronizados previamente en comerciales y más media, que nos dicen que cuerpos
son los más sanamente deseables. La pornografía perdió su capacidad de
escandalizar, de disponer de otra discursividad, le han enajenado su
posibilidad de impactar con la crudeza de las imágenes y con lo simple y
sencillo de lo que ocultábamos bajo nuestras sábanas.
Pornosofar, también incorpora
esta naturalidad, que escenografiada o convertida en película, puede
posibilitar, pensar desde otro lugar.
Finalmente la pornosofía, llega
como todo hijo, no para la superación de sus padres, sino para el rescate de
sus memorias, de aquello, que como reliquia conocemos como filosofía y
pornografía.
“Los hombres temen al pensamiento
más que a cualquier otra cosa en la tierra, más que a la ruina, incluso más que
a la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y
terrible; el pensamiento es despiadado con el privilegio, las instituciones
establecidas y los hábitos confortables; el pensamiento es anárquico y sin ley,
indiferente a la autoridad, despreocupado de la acreditada sabiduría de las
edades. El pensamiento escuadriña el abismo del infierno y no teme. Ve al
hombre, esa débil partícula, rodeado por insondables profundidades de silencio;
sin embargo, procede arrogante, tan impertérrito como si fuera el señor del
universo. El pensamiento es grande, y veloz y libre, la luz del mundo, y la
principal gloria del hombre…Pero para que el pensamiento llegue a ser posesión
de muchos, no privilegios de unos pocos, debemos eliminar el temor. Es el temor
lo que contiene a los hombres, el temor de que sus acendradas creencias
resulten engañosas, el temor de que las instituciones por las que viven
resulten dañinas, el temor de que ellos mismos resulten menos dignos de respeto
de lo que habían supuesto que era…Es mejor que los hombres sean estúpidos,
lerdos y tiránicos y no que su pensamiento sea libre. En efecto si su
pensamiento fuera libre, podrían no pensar como nosotros. Y este desastre debe
evitarse a toda costa…” (Bertrand Russel, Principies of Social Reconstruction).
Pornosofar la política, follarla, como actitud defensiva
(quitándole toda lógica de placer al acto sexual y considerándolo solamente una
cuestión de poder) para que ella no nos folle, quitándonos la dignidad,
evitando el virus que con su miembro, la clase política, lasciva, nos intenta
inocular para que nos quedemos en el paro, laboral como existencial
Por el centro de
Estudios Desiderio Sosa.
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