Dejamos en claro nuestra adhesión
a institutos nacionales como; la iniciativa popular, la consulta popular, el
defensor del pueblo, el juicio por jurados, los nuevos derechos incluidos en la
carta magna del ¨94, dejando para un debate posterior, que ameritaría la
reforma de la Constitución nacional, la obligatoriedad del sufragio.
Finalmente, como no nos creemos
dueños de ninguna verdad, ni iluminados por ninguna revelación, más allá de la
aceptación de la creencia religiosa de cualquier miembro, no objetamos ni
rechazamos a priori, el diálogo, la conversación, con ninguna fuerza política
de las pre-existentes o con ningún político, más allá de su pasado (la salvedad
será únicamente con los condenados judicialmente), ateniéndonos siempre a que
el canal de tertulia, tenga relación con los proyectos aquí esbozados u otros
que surjan en beneficio de Corrientes (Ciudad) , y en caso de que se pueda dar alguna
conjunción de fuerzas, tendrá que ser refrendado por un documento público, para
dar cumplimiento con las bases de nuestro movimiento.
Artículo 1º: Dispóngase la realización, en la segunda
semana de cada mes, de cada año de período ordinario de sesiones de la elección,
por votación de los señores concejales, bajo sistema de mayoría simple, la elección
de los 17 ciudadanos, previamente inscriptos en el registro creado ad hoc, para
llevar a cabo la sesión ciudadana.
Artículo 2º: La última semana de cada mes, los
ciudadanos elegidos por los concejales, llevarán a cabo la sesión ciudadana, en
donde todos tendrán el derecho a hacer uso de la palabra y exponer la temática
que consideren. En caso de que dispongan la votación de un proyecto para darle
calidad de unánime podrán hacerlo sin que esto signifique una mayor o menor
celeridad en cuanto a las temáticas que serán elevadas, al finalizar la sesión,
como la versión taquigráfica, a la presidencia del concejo deliberante para su
consideración.
Artículo 3º: Los
concejales ciudadanos, percibirán, un haber correspondiente a un 3,3%(bruto) por ciento del sueldo de un concejal que será
deducido de tasas municipales.
Artículo 4º: Se creara el registro de ciudadanos para
participar en el concejo ciudadano, siendo la única exigencia, además de copia
del dni que certifique el domicilio en el distrito capitalino, una breve exposición
de motivos, o razones por las que se presenta para representar en el concejo
ciudadano.
La ciudad-estado griega, la polis, fue el sitio
concreto y específico donde se organizó la democracia. Por definición, las
mismas, y eso que en aquel entonces la población en general era mucho menos
abundante, no debían constituirse, con más de cinco mil habitantes de acuerdo
al consenso entre la mayoría de especialistas. Independientemente de lo
fascinante del mundo Griego, que nos legó, entre tantas cosas, también lo
democrático, lo cierto es que podemos, indubitablemente afirmar, más allá de
todo lo que, sobre todo filosóficamente podamos discutir, que parió, alumbró o
nos entregó a sus herederos, un sistema de gobierno, como el democrático, que
es esencial e indescerniblemente municipalista.
Hans Kelsen creador de la pirámide de kelsen, jurista,
político y profesor de filosofía en la Universidad de Viena, definió este
sistema como la forma en que se relacionan un conjunto de normas jurídicas y la
principal forma de relación entre estas dentro de un sistema, es sobre la base
del principio de jerarquía. Esto quiere decir que las normas o leyes que
componen un sistema jurídico, se relacionan unas con otras según el principio
de jerarquía, por lo que una ley que se encuentra por debajo no puede
contradecirse con otra que esté por encima ya que la misma no tendría efecto
jurídico o no debería tenerlos.
Está dividida en tres niveles, el nivel fundamental en
el que se encuentra la constitución, como la suprema norma de un estado y de la
cual se deriva el fundamento de validez de todas las demás normas que se ubican
por debajo de la misma, el siguiente nivel es el legal y se encuentran las
leyes orgánicas y especiales, seguido de las leyes ordinarias y decretos de
ley, para luego seguir con el nivel sub legal en donde encontramos los
reglamentos, debajo de estos las ordenanzas y finalmente al final de la
pirámide tenemos a las sentencias
Proyecto para
establecer una sola reelección para los Concejales de Corrientes Capital (Cómo
caso testigo)
Artículo 1: Modificase
el Articulo 17 de la Carta Orgánica que quedará redactado de la siguiente
manera:
Artículo 17: Los
Concejales en su carácter de legisladores integran el Honorable Concejo
Deliberante durando cuatro año en el ejercicio de sus cargos pudiendo ser
reelectos por un (1) sólo período y debiendo renovarse la composición del
Cuerpo por mitades cada dos años, en la oportunidad y forma que determine el
orden normativo correspondiente, pudiendo coincidir con las elecciones
generales provinciales o nacionales.
Fundamentos
Consideramos que lo que
se denomina “crisis de legitimidad política”, o “necesidad de una reforma
política”, son apreciaciones, sensaciones, que luego se traducen en estudios y
análisis, que tienden a señalar, la disconformidad o desaprobación, previa al
momento de la emisión del voto, de gran parte de la ciudadanía ( o al menos la
gran mayoría que genera un ida y vuelta con los medios masivos de comunicación)
, hacia esa oferta que realizan los
diferentes partidos políticos, que en los tiempos electorales se conoce, cómo
el momento de las campañas, o en donde los candidatos políticos aparecen con
atosigante asiduidad, y con una llamativa serie de promesas de dudosa
consecución. Por tanto, antes de que se cumplan los tiempos electorales, el
proceso eleccionario, cae en una flagrante ausencia de legitimidad, y por ello
la gravedad institucional y republicana, que implica que una gran parte de la
ciudadanía, (que tiene incidencia directa en el gran espejo, reflector y
también generador, de los actos y acciones públicas, los medios de
comunicación) descrea de las ofertas electorales, respetando, con resignación,
el proceso eleccionario, a través de la no participación (índices de ausentismo
elevados), o la votación masiva a la nulidad. Más allá de que sea un respetuoso
proceder, el proceso eleccionario, la
dinámica y el ejercicio más sagrado, y sindicado cómo el símbolo por
antonomasia de la democracia, se lesiona en grado sumo, ante la abstención de
compromiso político, o de resignación respetuosa, con la que reacciona una gran
parte de la ciudadanía, que de tal manera, intenta manifestar su disconformidad
con las ofertas o boletas electorales.
Tal como lo expresa con
claridad meridiana el filósofo correntino, Francisco Tomás González Cabañas:
“Creemos que el punto
neurálgico, la piedra basal, el elixir de los problemas, o el quid de la
cuestión, se encuentra en la conformación de las listas, o boletas electorales.
Que es ni más ni menos, cuando los partidos políticos definen puertas adentro y
por intermedio del fenómeno del lápiz ( dirigentes más encumbrados se ponen de
acuerdo para anotar a los candidatos) a diferencia de años atrás cuando se
acostumbraba a realizar elecciones internas, para terminar ofreciendo a la
sociedad, sus candidatos. Podríamos erigirnos en fiscales putativos de la
nación, y esgrimir como razonamiento, que si se cumpliera con lo dispuesto por
los corpus normativos, no deberíamos tropezar o enfrentarnos a la “falta de
legitimidad política” o “necesidad de reforma política”, no queremos ingresar
en polémicas bizantinas que nos conducirían a analizar si las campañas deben
durar cincuenta días o sesenta y que en definitiva nos hagan perder tiempo y
energía en gestas de poca monta.
La actividad política
es una de las pocas, que para desarrollarla, no se precisa en forma
imprescindible de un título terciario o universitario. Tampoco la actividad se
encuentra colegiada o cuenta con un conjunto de reglamentos normativos
internos. Obviamente que exigir a la actividad política, de este tipo de
requisitos sería más que risible y ridículo. Pero debemos tener en claro, que
tampoco se puede continuar en calidad de simples observadores, dado que los
abusos y las distorsiones que se hacen de las amplias libertades, terminan
posibilitando los excesos que nos llevan finalmente a una anomia anárquica en
donde prevalece el arcaico principio del más fuerte.
La historia de la
humanidad nos señala que en los incipientes años de formación del Imperio
Romano (550 ac), los romanos expulsaron a los Estruscos e instauraron la república.
Narran los historiadores que en los primeros tiempos, sólo los miembros de las
familias poderosas intervenían en la ciudad, integrando el Senado en forma
vitalicia. Los plebeyos fueron reaccionando contra estos privilegios con tal
fuerza, que el Senado hubo de autorizar las asambleas populares que nombraban a
los tribunos, quienes debían proteger al pueblo de las arbitrariedades de los
magistrados. Hacia el año 450 a.C. se promulgó la ley de las doce tablas,
embrión del extenso cuerpo jurídico que Roma legó al mundo, el Derecho Romano.
Observamos con la
precisión objetiva que nos brinda el testimonio histórico, de los primeros
pasos republicanos dados por el hombre, la conformación de la cofradía o
facción política nutrida de privilegios, que el mismo transcurso de los años,
hizo al género humano, superarlo a tal punto, de inmortalizar gracias a la
acción de la contundente reforma, las bases mismas del sistema jurídico
occidental, que tras dos mil años de historia, aún se sigue estudiando en los
claustros universitarios. Pese a que la experiencia del Senado vitalicio, hubo
de dar paso a asambleas con verdadera representación ciudadana, creemos que aún
el género humano no ha podido despojarse, en forma definitiva, de esta práctica
mañosa y lesiva de las instituciones democráticas, prueba contundente de lo que
afirmamos es la conformación, en la hermana República de Chile, de un Senado
vitalicio, y en nuestro país, es notorio y evidente, el ejercicio continúo por
parte de la clase política y dirigente, de una forma solapada y encubierta de
garantizar a los adultos mayores y no tanto, sino más que nada a una clase o
facción de la política, una jubilación en funciones, que es ni más ni menos,
que una especie, distorsionada e indirecta del imperio de la lógica vitalicia,
o un atornillamiento a cargos representativos.
Una de las mayores
controversias que genera una animadversión litigiosa en la sociedad en relación
a los actores políticos, es la reiteración de los nombres para ocupar cargos
públicos. El fenómeno se podría denominar como “calesita electoral”, dado que
los hombres que los partidos políticos ofrecen a la ciudadanía van rotando
indefinidamente, permitiendo que el otrora concejal en la elección venidera se
postule cómo diputado provincial, para luego hacerlo en otro cargo
representativo. A priori esto podría obedecer a una lógica normal de la
democracia. La persona que ha ejercido con probidad y que obtiene el respaldo
popular, naturalmente debe asumir mayores responsabilidades políticas, o al
menos tener la oportunidad de presentarse ante el electorado. La normalidad se
transforma en patología social, cuando observamos fehacientemente, que un grupo
de profesionales políticos de diferentes partidos, acumulan decenas de años en
cargos públicos, sin encabezar las listas (es decir que van detrás de figuras
con mayor popularidad) y que pasan con holgura la edad que establece la ley
para la jubilación, afianzándose o atornillándose en cargos representativos,
conformando o resucitando, la máxima estipulado miles de años atrás en el
nacimiento del imperio Romano o imitando el condicionado régimen de la
República de Chile, por el poder de los ex dictadores, pero sin la
institucionalidad de los sistemas mencionados, y cobijados por el oscuro y
lúgubre manto de la ausencia de normas que fortalezcan un verdadero sistema
democrático y republicano.
Con la consabida
gravedad que el espacio que ocupan, perniciosamente desde el punto de vista
democrático y republicano, se lo están sacando, esquilmando a todo el corpus
social.
Necesitamos una norma,
al menos en nuestra carta orgánica de la Ciudad, que les imponga un límite, una
barrera, sustentada en las raíces más puras de la Constitución Nacional, a los
que desde hace tiempo manejan la cosa pública, y que conformaron una cofradía
de características masónicas, para que oferten a las ciudadanía, candidatos que
tengan currículum y no antecedentes, y para evitar que estos vacíos normativos,
se transformen en oportunidades para destrozar la institucionalidad, cómo el
hecho de instaurar una lógica vitalicia encubierta.”.
Instaurar el
día de atención del político al ciudadano.
Por intermedio del presente proyecto, pretendemos instaurar, los días sábados de 8 a 12 horas, el funcionamiento obligatorio de las oficinas de concejales y funcionarios del ejecutivo municipal jerarquizados, para que estén afectadas, el día y en el horario señalado, únicamente a la atención del público en general. Esta atención deberá ser por orden de llegada, proporcionando un número a los interesados que vayan acudiendo, tal como en cualquier consultorio profesional o comercio de cualquier rubro. Dado que los “políticos” jamás harán sus ajustes, recortes, o como los quieran llamar, ni con sus sueldos, ni prerrogativas que le cedemos sus ciudadanos, o supuestos mandantes, con esta iniciativa, lograríamos que al menos, por ley se le establezca un día más de trabajo (en caso de que no estén abiertas las oficinas en tal día y en tal horario y no se atienda al ciudadano, serán pasibles de descuentos de salario) logrando, tal vez lo más importante, una pretensión más de amalgamar, galvanizar, el siempre débil, vínculo entre representantes y representados. En esta oportunidad, a diferencia de los 10 proyectos anteriores, no redactaremos la iniciativa completa, dado que sí bien no creemos en el derecho de autor, es decir no tenemos problemas en que los “políticos” la copien, como lo hicieron con los nueve precedentes, al menos esperábamos que tengan la gentileza de haber citado la fuente, pero, al parecer ya ni las formas guardan quiénes le cedimos nuestra representatividad. Tampoco convocaremos a una presentación pública de la iniciativa como lo hicimos en anteriores oportunidades, estaremos, en grupos diversos, exigiendo en los propios despachos de los “políticos” que se adhieran a trabajar los días sábados para atender al ciudadano.
Tal como lo expresa el filósofo Correntino Francisco Tomás González Cabañas, la inmensa e inmediata necesidad de que los políticos, estén para la gente-.¿Cuantas veces si no usted, o algún conocido acudió a una oficina de un político, para en términos llanos y vulgares “juntar orina” y perder toda una mañana o tarde, para que salga la secretaria, que seguramente no llegó allí por concurso público (para no caer en la tentación de decir concurso púbico)y decirle que el político que usted necesita ver, es decir su empleado, no puede atenderlo, tiene la agenda ocupada, u otra cosa más importante que hacer?. Con este proyecto o iniciativa, le sacamos la excusa, los instamos mediante ley, que los días sábados y entregando número y por orden de llegada, atiendan a sus mandantes, a la fuente de su legitimidad y legalidad, a los ciudadanos.
A decir de Marcel Gauchet (que en verdad, sino fuese porque aún pensamos bajo el condicionamiento de las ínfulas imperiales del eurocentrismo cultural, no sería lo que es de no haber sido Parisino) “como sociedad hemos segregado al poder, lo hemos sacado afuera, para que no tenga como fin único el representarnos, validando la legitimidad de lo representativo”. Quizá en estas latitudes, le dimos un giro peculiar, entronizamos esa delegación que hacemos de nuestro poder, pero, agregándole nombres y apellidos, una especie de mandatos más divinos que políticos, una divinidad enraizada en las nuevas herramientas que nos proporcionan estos tiempos modernos, las fotos y el habitar permanente en los medios de comunicación; Definen no sólo el hacer político, sino también las personalidades autorizadas, o legitimadas por la representatividad (más allá de los votos) para hacerlo.
Por intermedio del presente proyecto, pretendemos instaurar, los días sábados de 8 a 12 horas, el funcionamiento obligatorio de las oficinas de concejales y funcionarios del ejecutivo municipal jerarquizados, para que estén afectadas, el día y en el horario señalado, únicamente a la atención del público en general. Esta atención deberá ser por orden de llegada, proporcionando un número a los interesados que vayan acudiendo, tal como en cualquier consultorio profesional o comercio de cualquier rubro. Dado que los “políticos” jamás harán sus ajustes, recortes, o como los quieran llamar, ni con sus sueldos, ni prerrogativas que le cedemos sus ciudadanos, o supuestos mandantes, con esta iniciativa, lograríamos que al menos, por ley se le establezca un día más de trabajo (en caso de que no estén abiertas las oficinas en tal día y en tal horario y no se atienda al ciudadano, serán pasibles de descuentos de salario) logrando, tal vez lo más importante, una pretensión más de amalgamar, galvanizar, el siempre débil, vínculo entre representantes y representados. En esta oportunidad, a diferencia de los 10 proyectos anteriores, no redactaremos la iniciativa completa, dado que sí bien no creemos en el derecho de autor, es decir no tenemos problemas en que los “políticos” la copien, como lo hicieron con los nueve precedentes, al menos esperábamos que tengan la gentileza de haber citado la fuente, pero, al parecer ya ni las formas guardan quiénes le cedimos nuestra representatividad. Tampoco convocaremos a una presentación pública de la iniciativa como lo hicimos en anteriores oportunidades, estaremos, en grupos diversos, exigiendo en los propios despachos de los “políticos” que se adhieran a trabajar los días sábados para atender al ciudadano.
Tal como lo expresa el filósofo Correntino Francisco Tomás González Cabañas, la inmensa e inmediata necesidad de que los políticos, estén para la gente-.¿Cuantas veces si no usted, o algún conocido acudió a una oficina de un político, para en términos llanos y vulgares “juntar orina” y perder toda una mañana o tarde, para que salga la secretaria, que seguramente no llegó allí por concurso público (para no caer en la tentación de decir concurso púbico)y decirle que el político que usted necesita ver, es decir su empleado, no puede atenderlo, tiene la agenda ocupada, u otra cosa más importante que hacer?. Con este proyecto o iniciativa, le sacamos la excusa, los instamos mediante ley, que los días sábados y entregando número y por orden de llegada, atiendan a sus mandantes, a la fuente de su legitimidad y legalidad, a los ciudadanos.
A decir de Marcel Gauchet (que en verdad, sino fuese porque aún pensamos bajo el condicionamiento de las ínfulas imperiales del eurocentrismo cultural, no sería lo que es de no haber sido Parisino) “como sociedad hemos segregado al poder, lo hemos sacado afuera, para que no tenga como fin único el representarnos, validando la legitimidad de lo representativo”. Quizá en estas latitudes, le dimos un giro peculiar, entronizamos esa delegación que hacemos de nuestro poder, pero, agregándole nombres y apellidos, una especie de mandatos más divinos que políticos, una divinidad enraizada en las nuevas herramientas que nos proporcionan estos tiempos modernos, las fotos y el habitar permanente en los medios de comunicación; Definen no sólo el hacer político, sino también las personalidades autorizadas, o legitimadas por la representatividad (más allá de los votos) para hacerlo.
Lo hemos planteado en más de una
oportunidad, en el caso de que quisiésemos refrendar bajo investigación
académica el presupuesto que partimos, deberíamos hacer una encuesta o sondeo
de opinión, para determinar qué porcentaje de conocimiento tienen los 30 diputados
provinciales, los 15 senadores provinciales y los 10 legisladores nacionales (7
diputados y 3 senadores), es decir sobre 55 protagonistas, o representantes
directos del pueblo, legitimados por lo normativo, por la definición conceptual
e histórica del sistema representativo en el que vivimos, como mínimo la
ciudadanía, en un porcentaje mayor al 50% debería reconocer al menos a 10 de
los 55 de sus representantes. De lo contrario, podríamos concluir que esa
representatividad carece de legitimidad, por esto mismo es que no hacemos el
relevamiento, dado que es más saludable, creer, dejar reposar lo legítimo en la
expectativa de que pueda ser cierto (la típica zanahoria del candidato para
ganarse el electorado, o la vista gorda de uno de los componentes de una pareja
para no encontrar nada que no quisiese, como ejemplos) y en este dejar reposar,
en esta inercia de lo democrático representativo, es donde para profundizar el
concepto e impelidos tal vez, por nuestras construcciones arquetípicas
conceptuales, cedemos esa representación del poder, en seres semidivinos que
habitan en el olimpo de los medios de comunicación.
La política se determina entonces en un juego-disputa o “articulación” entre estos seres angelados, tocados por esa varita mágica (expresión muy utilizada en el mundillo “bajo” o de los que anhelan ser tocados por esa varita de la política) que andan y desandan, sus actuaciones bajo códigos o codificaciones que no requieren cuestionamientos, precisan más que nada de un público laudatorio, de una tropa disciplinada que les diga todo que sí, que a lo sumo debata, el color de la corbata o el de la camisa utilizada en una determinada acción por el elegido. Esta tribuna no es la única de la que se hacen estos semidioses, pues el partido, se transmite en vivo por televisión, por las redes sociales, por la radio y se comenta por los diarios, es la forma que tienen de sostener esa legitimidad, de decirnos que tiene tanto que ver con nosotros que por ello, debe desandar su capacidad omnipresente y formar parte de nuestra cotidianeidad.
Probablemente sí desandáramos aquello de la encuesta o del sondeo de opinión, no sería muy alto el porcentaje de los ciudadanos que se interesen por lo político, si bien esto puede sonar como un mensaje desde lo que algunos dan en llamar “la anti política” en verdad es una muestra, que desde el poder se disputan intereses, que están en esas nubes de Úbeda, que no pueden bajarse mediante la interfaz de los medios, o definirse en la supuesta participación que tendríamos enviándole una carta de lectores, para ver si la pública o no el matutino al que elegimos someternos para que decida si no nos comunicamos o generamos “feed-back” .
La política, y sus políticos endiosados, nos imponen, mediante la canonización que les otorgamos en elecciones, esa diferencia entre lo divino y lo humano, y el momento en que nos cruzamos, que podemos intercambiarnos, participar (es la respuesta que dio Platón a su aporía creada entre el mundo terrenal y el del eidos) o ser parte y que esa diferencia actué como lo positivo y lo indispensable, es mediante la interfaz de los medios de comunicación, mediante el reportaje (más que reportaje, las declaraciones que hacen ante micrófonos, pues en nuestro medio, casi nadie entrevista) o la foto.
Hacer política de otra manera o pretenderlo, es prácticamente un delirio, o en el mejor de los casos filosofía política (Francisco Tomás González Cabañas).
La política se determina entonces en un juego-disputa o “articulación” entre estos seres angelados, tocados por esa varita mágica (expresión muy utilizada en el mundillo “bajo” o de los que anhelan ser tocados por esa varita de la política) que andan y desandan, sus actuaciones bajo códigos o codificaciones que no requieren cuestionamientos, precisan más que nada de un público laudatorio, de una tropa disciplinada que les diga todo que sí, que a lo sumo debata, el color de la corbata o el de la camisa utilizada en una determinada acción por el elegido. Esta tribuna no es la única de la que se hacen estos semidioses, pues el partido, se transmite en vivo por televisión, por las redes sociales, por la radio y se comenta por los diarios, es la forma que tienen de sostener esa legitimidad, de decirnos que tiene tanto que ver con nosotros que por ello, debe desandar su capacidad omnipresente y formar parte de nuestra cotidianeidad.
Probablemente sí desandáramos aquello de la encuesta o del sondeo de opinión, no sería muy alto el porcentaje de los ciudadanos que se interesen por lo político, si bien esto puede sonar como un mensaje desde lo que algunos dan en llamar “la anti política” en verdad es una muestra, que desde el poder se disputan intereses, que están en esas nubes de Úbeda, que no pueden bajarse mediante la interfaz de los medios, o definirse en la supuesta participación que tendríamos enviándole una carta de lectores, para ver si la pública o no el matutino al que elegimos someternos para que decida si no nos comunicamos o generamos “feed-back” .
La política, y sus políticos endiosados, nos imponen, mediante la canonización que les otorgamos en elecciones, esa diferencia entre lo divino y lo humano, y el momento en que nos cruzamos, que podemos intercambiarnos, participar (es la respuesta que dio Platón a su aporía creada entre el mundo terrenal y el del eidos) o ser parte y que esa diferencia actué como lo positivo y lo indispensable, es mediante la interfaz de los medios de comunicación, mediante el reportaje (más que reportaje, las declaraciones que hacen ante micrófonos, pues en nuestro medio, casi nadie entrevista) o la foto.
Hacer política de otra manera o pretenderlo, es prácticamente un delirio, o en el mejor de los casos filosofía política (Francisco Tomás González Cabañas).